martes, 21 de agosto de 2012

Crónica de una muerte anunciada



Se terminó. Aunque todavía no se haya ido. No va más. Aunque le quede una final como la de mañana ante Boca en la mismisima Bombonera, esa que lo vio nacer como entrenador con la épica victoria 5-4 meses atrás y que mañana puede ser fatal. 

La vida de Cristian Díaz como entrenador de Independiente llegó a su fin. Es verdad que no renunció ni fue despedido, pero hace tiempo que su cargo estaba pendiendo sobre un hilo y, tras la derrota en el clásico ante Racing, le avisó que su estadía en el Rojo no tendrá muchos capítulos más. ¿Por qué? Los números hablan por sí solos; Siete partidos, tres empates, cuatro derrotas. Tres puntos sobre veintiuno posibles. 
Sobran las palabras, pero también sobras las evidencias; Díaz jamás debería haber arrancado este campeonato al frente del grupo.

Se sabía, hace tiempo ya, que Independiente iba a vivir la temporada más difícil e importante de su riquísima historia. Con un promedio bajísimo, la dirigencia, trabajando día y noche sin descanso, logró satisfacer casi en su totalidad las pretensiones de Cristian Díaz. Le trajo ocho refuerzos de jerarquía, con experiencia y con la espalda necesaria para bancarse la que venía. Además, todos estos jugadores (salvo Roberto Russo) fueron expresamente pedidos por el DT. Sin embargo, tres partidos de este Torneo Inicial dejaron en evidencia que el actual entrenador no esta a la altura de las circunstancias, por la falta de capacidad y experiencia al mando del primer equipo de una institución tan grande como esta. 

Es verdad que al Rojo le tocó bailar con la más fea desde el comienzo por los rivales a enfrentar en las primeras jornadas. No obstante, no es excusa para justificar el pésimo arranque en este torneo, no solo desde los resultados sino desde el funcionamiento del equipo: sin goles a favor en 270 minutos explican todo.

Ante Newell´s, Independiente no creó una sola situación de gol, trayéndose un punto que, a priori, no era malo. La gran posibilidad de hacerlo valer estaba ante Vélez, uno de los mejores equipos de los últimos años. A pesar de que el funcionamiento mejoró, no pasó del empate otra vez. 
La gran prueba de fuego estaba nada más y nada menos que ante el clásico rival. Desde el vestuario, el técnico comenzó a cometer errores que costarían carísimos: Sacó a Rosales, el único capaz de crear juego asociado, para poner a Monserrat, preocupándose más por no recibir que por hacerle daño al rival. El rendimiento de los dirigidos por Díaz fue muy malo, sin generar situaciones de gol y siendo dominado de principio a fin por el local. 

Fue la gota que rebalsó el vaso. El feeling con la gente terminó de romperse. El crédito se le terminó, aunque Cantero insista con darle una vida más. El golpe de knock out ya liquidó a Cristian Díaz, un golpe que ya le había anticipado a fines del campeonato pasado que no iba a darle muchas chances más. La salida del entrenador esta a la vuelta de la esquina. Mañana, La Boca podrá dar el veredicto final; La crónica de una muerte anunciada.


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